..DESAYUNA COMO UN REY,
COME COMO UN PRÍNCIPE,
Y CENA COMO UN MENDIGO..
Era bien pequeña cuando mi abuelo, decía este refrán. Y ahora pienso que no iba muy desencaminado.
Cada vez hay más estudios que demuestran que este refrán, es una verdad como una catedral. Obtendrás grandes beneficios a la hora de perder peso y mantener el descenso logrado por un largo tiempo.
Llevamos un ritmo de vida frenético. Y lo habitual es levantarse con el tiempo pegado al culo. No gestionamos nuestro tiempo de forma rentable durante el día, por tanto, acabamos comiendo lo que pinta y cuando llega la noche y estamos totalmente relajados nos da por comer en grandes cantidades.
Y cuando nos ponemos en plan por cuenta propia, lo normal es privarse todo el día de comer, lo que provoca una caída de la glucosa en el torrente sanguíneo. En ese momento aflora el monstruo de las galletas que todo llevamos en nuestro interior.
Muchos me dicen es que comen por ansiedad y lo que realmente pasa es que tu cuerpo te demanda glucosa.
Saltarse comidas no es efectivo. Además, lo que no comes por un lado lo comes por otro. En la actualidad comemos poco y mal. Casi todo basado en alimentos procesados. Por tanto, poco y exento de cantidad.
DESAYUNAR COMO UN REY
El desayuno es exactamente lo que su nombre indica: “des – ayuno” (romper el ayuno).
Comenzar el día sin repostar el motor de su cuerpo se traduce en falta de concentración, irritabilidad, bajo nivel de azúcar en la sangre y unas ganas terribles de algo dulce a mitad de la mañana.
Hay estudios que muestra que una dieta rica en carbohidratos y proteínas, que concentra la mitad de las calorías en el desayuno, reduce la ansiedad y es efectiva a largo plazo. Las dietas bajas en carbohidratos originan resultados que no perduran en el tiempo.
Lo ideal sería evitar alimentos procesados, tales como galletas y cereales azucarados. El exceso de azúcar refinado (de alto índice glucémico) produce un alto nivel de glucógeno “temporal” que es seguido por un «bajón glucémico» lo cual se transforma en una pérdida de energía. Los desayunos con bajo índice glucémico se metabolizan más lentamente y permiten economizar la energía, así como mantenernos saciados durante más tiempo.
El hecho de desayunar como un rey disminuye los antojos de carbohidratos, además, de estar menos hambrientos y controlaremos más el apetito.
El tener un buen desayuno nos asegura, una energía necesaria para nuestro desempeño mental y físico.
Un yogur o café con leche con una tostada integral con queso fresco con miel o jamón serrano y aceite. Más una pieza fruta, sería el perfecto desayuno.
COME UN PRINCIPE.
Indispensable hacer una buena comida, para evitar arañar a la cena.
Un plato principal, compuesto por hidrato de carbono complejo, una guarnición de verduras y aporte proteico. Mas un postre y poco de pan.
Quinoa o arroz integral con una buena cantidad de pisto más una lata de caballa escurrida, sería una gran combinación.
CENA COMO UN MENDIGO
En la última ingesta del día antes de irnos a dormir, el gasto de energía es mínimo. Los tentempiés rápidos (embutidos, queso, leche con galletas) o platos precocinados (pizza, croquetas, salchichas, etc.) aportan grasas y azúcares simples que si no se queman se transforman en grasa.
Por muy bien que hagamos desayuno y comida, si hacemos una cena copiosa o rica en grasas, nuestro esfuerzo anterior no va a valer de nada.
En una cena ideal, debemos incluir alimentos como verduras, ensaladas (controlando el aceite y no hacer hipercalórica la ensalada metiendo todo lo que tenemos en la nevera, como, queso, jamón, frutos secos, aguacate, maíz, atún, etc.… y salsas), pescado blanco, carne de ave o proteína vegetal, huevos (tortilla francesa, revueltos), y yogures 0% o naturales y algo de pan, pero en poca cantidad (un par de tostadas integrales).
Si al final no es tan difícil, simplemente es una cuestión de organización y estar mentalizado de los cambios que deseas hacer.
Invierte tu tiempo en mejorar la calidad de tu vida.
Lidia Bastián
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